Exacta amaneció la luz del día,
exacta en tu perfil la madrugada,
cuando de pronto el viento agudo de Septiembre
hizo callar tu vida, tu voz y tu mirada.
Se fue tu cuerpo a la extensión del sueño
mientras tu sombra caminaba a tu encuentro
y poco a poco te alejaste de ti mismo
hacia el recinto del amor definitivo.
El Tiempo no se muere con tu tiempo
a pesar de la invariable dispersión
en tu distancia,
pero aprende la certeza
que en toda lontananza
la Historia pertenece a tu destino.
Se siente, amanece... ¡Allende!
Alzabas el destello en primavera
abriendo nuevo espacio a los sentidos,
con sólo ansias de justicias necesarias
para cumplir así los signos prometidos.
Pregunto entonces por tu asombro entero
desde el umbral del momento decisivo,
si tus ojos anunciaban el otro tiempo
de lo posible que hoy en día es desafío.
Pregunten por su aliento detenido
quienes por vida y omisión
no conocieron su palabra,
pues no escapa a la evidencia
que su vida, sin tardanza,
reclama una presencia en el camino.